Quiero dedicar esta aventura a todos los que me han alojado en su vida y a todos los que se han hospedado en la mía. Me lo enseñó un árbol: que desde su copa la perspectiva era hermosa y que todo el esfuerzo y los desafíos de la trepada cobraban sentido desde la cima. ¿No creen que es excitante pensar que mañana es un día nuevo para alojar a nuevos pasajeros? Gracias. A todos los que han pasado, a los que están y a los que vendrán. Enhorabuena. Ha sido un placer.